Modelo de Valoración de Activos de Capital (CAPM - Capital Asset Pricing Model)

 

Autor: Mario Gutiérrez

 

INTRODUCCIÓN

Los mercados financieros han experimentado una evolución constante a lo largo de la historia, impulsados ​​por la búsqueda constante de métodos más eficientes y precisos para valorar activos y tomar decisiones de inversión informadas y transparentes. En este contexto, esta monografía se desarrolla bajo el tema: El “modelo de valoración de activos de capital”, se ha convertido en una herramienta fundamental que está revolucionando la forma en que inversores, analistas y empresas evalúan la rentabilidad y el riesgo asociado a las inversiones. Con una historia arraigada en la teoría financiera y un profundo impacto en la toma de decisiones estratégicas, este modelo se ha convertido en el foco de discusión e investigación en el campo de las finanzas modernas.

El objetivo de esta monografía es proporcionar una comprensión profunda y detallada del Modelo de Valoración de Activos de Capital (CAPM, por sus siglas en inglés) y su aplicación en la valoración de activos financieros. Se busca analizar los componentes clave del CAPM, como la Tasa Libre de Riesgo, el Coeficiente Beta, el Rendimiento de Mercado y la Prima de Riesgo, para entender cómo se utilizan en la determinación del precio de los activos y su relación con el riesgo y el rendimiento.

El propósito de esta monografía es brindar una herramienta útil y práctica para estudiantes, profesionales y académicos interesados en el análisis financiero y la valoración de activos. A través del estudio del Modelo de Valoración de Activos de Capital y sus componentes, se pretende mejorar la toma de decisiones financieras, la evaluación de inversiones y la comprensión de los factores que influyen en el comportamiento del mercado. Asimismo, se busca promover el conocimiento y la aplicación del CAPM como una técnica valiosa en el análisis de inversiones y en la gestión de carteras de inversión.

La valoración de activos financieros es un área fundamental en las finanzas y la economía. El Modelo de Valoración de Activos de Capital es una herramienta ampliamente utilizada en el ámbito financiero para determinar el valor razonable de activos y evaluar el rendimiento esperado. Sin embargo, para aplicar efectivamente el CAPM, es esencial entender en profundidad sus componentes clave, como la Tasa Libre de Riesgo, el Coeficiente Beta, el Rendimiento de Mercado y la Prima de Riesgo.

Esta monografía se justifica por su contribución a la comprensión y aplicación práctica del CAPM, ya que abordará cada uno de estos componentes, explicará su relevancia y demostrará cómo se integran en el proceso de valoración. Además, proporcionará ejemplos y casos de estudio para ilustrar cómo el modelo puede ser utilizado en diferentes contextos financieros y de inversión.

Al tener un enfoque claro en los subtemas mencionados, la monografía proporcionará una visión integral del Modelo de Valoración de Activos de Capital y permitirá a los lectores adquirir conocimientos que serán aplicables en la toma de decisiones financieras estratégicas y en el análisis de riesgo y rendimiento de activos. Con esta investigación, se espera fomentar la adopción más amplia de prácticas financieras sólidas y fundamentadas en el análisis cuantitativo, en beneficio de la comunidad académica, profesional y empresarial.

Este trabajo consta de introducción, desarrollo del tema Modelo de Valoración de Activos de Capital y sus componentes, las conclusiones alcanzadas de la investigación y recomendaciones y las fuentes bibliográficas de donde se obtuvo la información

Modelo de Valoración de Activos de Capital (CAPM - Capital Asset Pricing Model)

Almerana (2020) define que “El modelo CAPM (Capital Asset Pricing Model) es un modelo de valoración de activos financieros desarrollado por William Sharpe que permite estimar su rentabilidad esperada en función del riesgo sistemático”. Muchos modelos matemáticos han tenido gran influencia en la práctica de las finanzas, siendo el Modelo de Valoración de Activos de Capital (CAPM) uno de los más relevantes desde la aparición de su vertiente original a principios de los años 60. Este modelo ha continuado su desarrollo teórico hasta la actualidad, habiéndose llevado a cabo multitud de estudios empíricos con la finalidad de medir la precisión del modelo en la realidad.

En este modelo, los rendimientos esperados de una inversión están en función de los rendimientos de mercado, la tasa libre de riesgo, y un factor o coeficiente Beta que mide la tasa de variación de los rendimientos históricos del activo versus los rendimientos históricos del mercado como un todo. Históricamente, el CAPM ha sido la metodología comúnmente utilizada por instituciones financieras e intermediarios para medir el riesgo de mercado de portafolios constituidos por acciones (Trejo y Gallegos, 2021).

Debido a esta implicación en la realidad financiera de las empresas, se considera relevante, no solo el estudio y análisis de las evidencias, por parte de un gran número de trabajos y autores, para medir la eficiencia del modelo CAPM clásico y sus distintas vertientes, sino la búsqueda de aquella variación del modelo que se ajuste mejor a la realidad de los mercados, siguiendo siempre los resultados ya obtenidos en los estudios previos desde su aparición.

El modelo CAPM parte de ciertas asunciones para que se considere válido, algo que también ha sido criticado por los detractores de este modelo teórico, pues no todas ellas son ciertas en la práctica.

-          El mercado está en equilibrio, es decir, hay la misma oferta y demanda de activos y la oferta de activos financieros es exógena, fija y conocida.

-          No tiene en cuenta el riesgo no sistemático o diversificable. Los inversores sólo atienden al riesgo sistemático, que que es aquel que no se puede diversificar porque es intrínseco al mercado y no al activo financiero en cuestión.

-          Los inversores son aversos al riesgo y poseen la misma información.

-          La rentabilidad de los activos se distribuye según una distribución normal, una de las asunciones más criticadas. (Finanzas y Contabilidad, 2021)

Sharpe (1964), Lintner (1965) y Mossin (1966) desarrollaron una nueva forma de valorar los activos financieros que, en la actualidad, sigue siendo usada. No obstante, previo desarrollo, establecieron ciertas restricciones: “no se permiten las ventas en corto de títulos con riesgo, pero sí existe el título sin riesgo, y para este se admite la posibilidad de vender en corto; se supone que existe concordancia y equilibrio” (Gómez-Bezares, 2016, p. 105).

Las principales razones que llevaron a sus autores a la búsqueda de un nuevo modelo de valoración de activos que incluyera el riesgo entre sus variables fueron las siguientes:

En Sharpe (1964) su autor vio necesaria la creación de una teoría microeconómica que tratara con las condiciones del riesgo, ya que con los modelos tradicionales de inversión bajo condiciones de certidumbre no se lograba predecir el comportamiento real de los mercados de capitales. Adicionalmente, consideraba insuficiente la aportación de los modelos que relacionaban únicamente el precio y el riesgo de activos individuales para conseguir explicar el funcionamiento real de dichos mercados.

El fin último que perseguía Lintner (1965) era ir más allá de las fronteras del conocimiento de la época sobre la estructura lógica de la relación entre las reglas racionales de los individuos e instituciones a la hora de seleccionar carteras de activos, incluyendo también un enfoque hacia la selección de proyectos incluidos en los presupuestos de capital de las compañías.

Ambos basaron sus trabajos en diez hipótesis con las cuales eliminar las complejidades y desavenencias producidas en los mercados.

La primera hipótesis asume que no existen costes de transacción, es decir, no se generan costes extras en la compra o venta de un activo. Esto se debe a que, si los costes de transacción se consideraran presentes en el modelo, la tasa de rentabilidad de los activos variaría en función de si el inversor estuviera comprando o vendiendo el activo.

La segunda hipótesis considera que los activos son divisibles en partes infinitas, por lo que se puede invertir en cualquiera de ellos sin importar el nivel de capital con el que cuenta el inversor.

La tercera es la ausencia de impuestos en el mercado, es por ello que en esta versión del CAPM los dividendos y las ganancias de capital no son tenidos en cuenta como variables explicativas de la rentabilidad de las acciones y las carteras.

En la cuarta se asume que se opera en un mercado de competencia perfecta en el cual los inversores no pueden afectar al precio de un activo de forma individual.

La quinta presupone que los inversores actúan de forma racional, buscando maximizar su rentabilidad asumiendo el mínimo riesgo posible.

La sexta y séptima hipótesis se resumen en la posibilidad de invertir en un único activo libre de riesgo y en una serie de activos inciertos en las cantidades que los inversores consideren apropiadas, considerando su capital disponible ilimitado. Es decir, los inversores tienen a su alcance aumentar la rentabilidad de su cartera prestando dinero (invirtiendo en el activo sin riesgo) o endeudándose mediante una “desinversión” en el activo seguro.

La octava y noventa tratan sobre la homogeneidad de las expectativas de los inversores. Se asume que todos los inversores actúan en el mismo periodo y poseen las mismas expectativas con respecto a la rentabilidad y riesgo necesarios para la selección de la cartera óptima (siendo esta la cartera eficiente más apropiada para los inversores formada por activos inciertos y que coincide con su cartera tangente, la cual es conocida como cartera de mercado).

La última hipótesis permite que todos los activos puedan ser vendidos y comprados en el mercado.

En definitiva, ambos consideran que bajo el equilibrio del mercado, los inversores actúan de forma racional diversificando todos los riesgos que dicho mercado les permite, siendo el riesgo restante y no diversificable conocido como riesgo de mercado (en adelante conocido como riesgo beta). (Iraizos Sanchez, 2015, págs. 10-12)

También secundan la idea de una división de los precios que, siguiendo la nomenclatura que les otorga Sharpe (1964), consistirían en el precio del tiempo (tipo de interés neto) y el precio del riesgo, que es la rentabilidad adicional de un activo expresado por unidad de riesgo del que el inversor se hace cargo, siendo su riesgo conocido como riesgo beta.

El CAPM relaciona la sensibilidad del activo al riesgo de mercado o sistémico, representado por el símbolo de Beta (β), así como también el retorno esperado del mercado y el retorno esperado de un activo que es teóricamente libre de riesgo, por ejemplo, los Bonos del Tesoro de Estados Unidos (Kundu & Mukopadhyay, 2016). Este indicador no se encuentra apalancado pues supone que la empresa no tiene deuda en su estructura de capital, por lo tanto, no se incorpora el riesgo financiero (Apergis & Rehman, 2018). Para calcular un Beta apalancado debemos incluir estas variables, lo que llevará a una tasa más alta, por ende, acercará el costo de capital más a la realidad.

Si el Beta es cero, la tasa de retorno esperado será igual al rendimiento del activo libre de riesgo. Cuando el Beta es igual a 1, el retorno será igual a la suma del rendimiento del activo libre de riesgo más la rentabilidad del mercado. Sin embargo, un Beta por encima de 1 significa que el activo es muy sensible al comportamiento del mercado y viceversa. Por ejemplo, si el beta de una empresa es de 1,1, quiere decir que cuando el rendimiento del mercado sea del 10%, es espera que el activo de la empresa rente un 11%. En resumen, los activos con mayores betas deben ser valorados descontando una mayor tasa de interés para recompensar al inversionista por asumir un mayor riesgo y viceversa.

Este modelo permite obtener diversas conclusiones importantes para las teorías de los portafolios de inversión, por ejemplo, los inversionistas solo deberían escoger activos cuyo riesgo no sea diversificable, ya que este es recompensado con un retorno mayor. Adicionalmente, la tasa de retorno requerida para un determinado activo, está vinculada a la contribución que hace ese activo al riesgo general de un determinado portafolio. En resumen, aun con sus múltiples supuestos, limitaciones y la existencia de otros métodos para estimar el valor del coste del capital, el CAPM proporciona óptimos resultados y se encuentra extendido en los libros más utilizados en el área de las finanzas. (Botello-Peñaloza & Gerrero Rincon, 2021)

Finalmente, y resumiendo, se puede concluir que dado que todo el mundo tiene los mismos activos disponibles, la misma información acerca de ellos y los mismos métodos de decisión, todo el mundo tiene una cartera en la misma frontera eficiente, y por lo tanto tienen una cartera que es una combinación del activo libre de riesgo y del activo de riego, es decir, todos los inversores se enfrentan al mismo problema de optimización, que tiene el mismo cálculo, obtienen la misma respuesta y eligen la cartera consecuentemente.

Para empezar, todas las carteras elegidas por cualquier inversor racional, tendrán un punto (𝜎,𝑟𝑖) sobre la frontera eficiente para las inversiones, también llamada la Capital Market Line (ecuación 5).

(5)

Nos dice que su rentabilidad esperada, de cualquier cartera eficiente, en términos de su desviación estándar, y lo hace usando denominado valor del riesgo (ecuación 6) que es la pendiente de la línea, la cual representa un cambio en su rendimiento esperado (𝑟𝑖) por unidad de cambio en la desviación estándar (𝜎).

(6)

La fórmula matemática para la valoración recibe el nombre de Stock Market Line (SML) y se define como la ecuación 7.

(7)

Donde:

𝑟𝑖: Rentabilidad esperada de los activos financieros.

𝑟𝑓: Rentabilidad esperada del activo sin riesgo.

𝛽𝑖,𝑀: Riesgo del activo en relación con la cartera del mercado (ecuación 8).

(8)

siendo:

𝜎𝑖,𝑀: Covarianza del activo con el mercado.

𝜎𝑀2: Varianza del mercado.

(𝑟𝑀𝑟𝑓 ): Prima de riesgo del mercado.

Se puede establecer que la beta representa la cantidad de riesgo con respecto a la cartera del mercado y su valor numérico se obtiene a partir de la división entre la covarianza entre rendimientos del activo en riesgo de la cartera de mercado y la varianza de la cartera de marcado.

El riesgo puede ser concebido como la diferencia entre el rendimiento que el inversor esperaba y el que realmente recibe. El primer tipo de riesgo es el comportamiento de un activo particular y por otro lado está el llamado riesgo sistemático o de mercado que influye en la variabilidad de las rentabilidades de todos los activos que forman el mercado.

Análogamente, se puede estimar la Beta de un activo a través de la ecuación 9 donde se tendría que la prima de riesgo es la prima de mercado multiplicado la cantidad de riesgo.

(9)

Así, se observa como:

-          Si 𝛽 = 1, nos indica que la rentabilidad del activo es proporcionalmente variable con la rentabilidad del mercado.

-          Si 𝛽 > 1, el activo tiene más riesgo que el promedio del mercado (se consideraría una inversión agresiva).

-          Si 𝛽 < 1, el activo mantiene un riesgo de mercado menor que el propio mercado (se consideraría una inversión defensiva). (Torello Segui, 2016)

a)      Tasa libre de riesgo

En el mundo financiero, el concepto de tasa libre de riesgo se utiliza para referirnos a la rentabilidad que se obtiene al invertir en un activo que se considera que es cien por ciento seguro, y, por tanto, está libre de riesgo. Existen una serie de activos financieros (muy pocos en realidad) que presentan una fluctuación mínima en su cotización histórica. Esto significa que, ante cualquier circunstancia vivida, el valor del activo no ha experimentado fuertes variaciones, sino que se ha mantenido estable en torno a unos valores medios. (raisin, (s.f.))

Para que un activo se comporte de esta forma tan atípica, es necesario que la entidad financiera que lo emite haya tenido una reconocida solvencia durante toda su trayectoria. Solo así, los inversores percibirán la inversión como cien por cien segura; o lo que es lo mismo, como una inversión libre de riesgo.

En la actualidad solo los valores de renta fija que son emitidos por los gobiernos (y no de cualquier país) cumplen estos requisitos. Esto es así porque en la práctica es casi imposible que un país desarrollado quiebre. Por muy mal que le vayan las cosas, tiene el poder de adoptar medidas económicas de gran calado que le permitan hacer frente a sus pagos. Por tanto, el riesgo de impago queda muy lejos.

En Europa, los Bonos del Estado alemán se consideran activos libres de riesgo, ya que la economía alemana, motor de la Eurozona, es muy segura y solvente. La probabilidad de que un país como Alemania deje de pagar a sus acreedores es prácticamente inexistente. Tal es la seguridad que los inversores tienen depositada en los bonos alemanes que, desde hace algunos años, tienen unos intereses negativos. En otras palabras: los ahorradores pagan al estado alemán para que les guarde a buen recaudo su dinero. Estos tipos negativos se han dado lugar también en bonos gubernamentales de otros países europeos, como Suiza.

Al otro lado, los bonos emitidos por Estados Unidos son otro claro ejemplo de activos de renta fija muy seguros. Por tanto, su rentabilidad también se puede considerar también una tasa libre de riesgo (raisin, (s.f.)).

Es importante mencionar que la tasa libre de riesgo puede variar en el tiempo y en diferentes países. Factores como la inflación, la estabilidad económica y las políticas monetarias pueden influir en su nivel. Los inversionistas deben estar atentos a las condiciones del mercado y a los cambios en la tasa libre de riesgo para tomar decisiones informadas sobre sus inversiones.

¿Cómo se calcula la tasa libre de riesgo?

Para calcular la tasa libre de riesgo de una inversión se le suele restar a la rentabilidad que ofrece el activo de renta fija emitido por el Estado el CDS (Credit Default Swap) que le corresponde. La lógica de este cálculo reside en que el CDS es un derivado financiero que permite cubrir el impago de un activo. En otras palabras, el CDS es un seguro sobre un posible impago. En el caso de que la entidad emisora del activo no pudiese pagarlo, se activaría el CDS. Por tanto, restando el CDS a la rentabilidad del activo en el que invertimos, obtendríamos la tasa libre de riesgo, ya que desaparecería el riesgo de la inversión. (raisin, (s.f.))

Como es lógico, cuánto mayor sea el riesgo de impago de un país o de cualquier otra institución, más riesgo tiene y mayor precio tendrá su CDS. En el caso de Alemania o de Estados Unidos el riesgo de impago es cero y, por tanto, los CDS de sus activos son muy bajos.

La tasa libre de riesgo es un concepto muy importante porque se utiliza en el cálculo de valoraciones. Cuando se intenta actualizar unos flujos de caja futuros, se debe descontar un interés. Es decir, un dinero que se cobrará en un futuro deberemos y traerlo al presente; para ello se descuenta una tasa de interés por el tiempo transcurrido (porque se supone que la no posesión del dinero tiene un coste). Como norma general se utiliza la tasa libre de riesgo como referencia de dicho interés a la hora de calcular descuentos de flujos futuros.

También se utiliza en otro tipo de valoraciones, tal y como se ha visto en las tasaciones para fines del Mercado Hipotecario. En cualquier operación financiera puede estar presente como una rentabilidad o interés de referencia. Es el coste de capital mínimo, de ahí su importancia. (Puente, s.f.)

Si por ejemplo se dejara de pagar algún sueldo durante un tiempo, ¿cómo valorar el coste de ese retraso? Habría que calcular el tiempo transcurrido, el capital que no se posee y que debería poseerse, y aplicarle la tasa libre de riesgo. Este es el coste que se tendría (mínimo) por no poseer el dinero a tiempo. Esto se debe a que se supone que el simple hecho de poseer el dinero puede se rentarble, sin asumir riesgo por ello.

b)     Coeficiente Beta

El coeficiente beta (β), es una medida de la pendiente de una recta característica, que relaciona el rendimiento individual de un activo con el rendimiento del portafolio de mercado. Dicho coeficiente, expresa la sensibilidad, variabilidad o grado de movimiento de los rendimientos de un activo en respuesta al cambio en los rendimientos del mercado. (Brenes Gonzalez, 2018)

            El coeficiente beta se puede interpretar como el grado de respuesta de la variabilidad de los rendimientos de la acción a la variabilidad de los rendimientos del mercado.

Si βi > 1, se tiene que las variaciones en los rendimientos del valor i serán mayores a las variaciones del rendimiento del mercado.

Si βi < 1, el valor i será menos riesgoso que el rendimiento del mercado.

Si βi = 1, el rendimiento del valor i variará en la misma proporción que la variación del rendimiento de mercado. (Beltran Lopez, 2018)

            El coeficiente Beta, representado como β, mide la sensibilidad de un activo financiero, como una acción, frente a las fluctuaciones del mercado en general. En otras palabras, este indicador cuantifica cómo los precios de un activo específico tienden a moverse en relación con los movimientos generales del mercado. Un coeficiente Beta mayor a 1 indica que el activo tiende a ser más volátil que el mercado, mientras que un coeficiente menor a 1 sugiere que el activo es menos volátil.

La comprensión del coeficiente Beta ofrece un conjunto de beneficios cruciales tanto para los inversores como para los profesionales financieros. Primero y ante todo, permite evaluar el riesgo sistemático, es decir, el riesgo que no puede eliminarse diversificando una cartera. A través de la estimación de Beta, los inversionistas pueden identificar qué activos están más expuestos a las fluctuaciones del mercado y cuáles son más resistentes. Además, el coeficiente Beta desempeña un papel vital en la construcción de carteras eficientes. Al combinar activos con diferentes coeficientes Beta, los inversionistas pueden lograr un equilibrio entre riesgo y rendimiento, optimizando su exposición al mercado.

Es crucial tener en cuenta que el coeficiente beta tiene sus limitaciones. No captura el riesgo específico del activo, ya que solo refleja la volatilidad relacionada con los movimientos del mercado. Además, el coeficiente beta se basa en datos históricos y no garantiza que el rendimiento futuro del activo siga la misma relación con el mercado.

La fórmula para el cálculo del coeficiente beta (β) es la siguiente:

 

β = Cov(Ra, Rm) / Var(Rm)

Donde:

  • β: coeficiente beta.
  • Cov(Ra, Rm): covarianza entre los rendimientos del activo (Ra) y los rendimientos del mercado (Rm).
  • Var(Rm): varianza de los rendimientos del mercado.

La covarianza mide cómo se mueven dos variables en conjunto. En este caso, estamos evaluando cómo se mueven los rendimientos del activo y los rendimientos del mercado en general. Si la covarianza es positiva, significa que los rendimientos del activo tienden a moverse en la misma dirección que los rendimientos del mercado. Si es negativa, significa que los rendimientos del activo tienden a moverse en dirección opuesta a los rendimientos del mercado.

La varianza es una medida de la dispersión de los rendimientos del mercado. Mide cuánto fluctúan los rendimientos del mercado en general.

Al dividir la covarianza entre los rendimientos del activo y los rendimientos del mercado entre la varianza de los rendimientos del mercado, obtenemos el coeficiente beta. Este coeficiente nos indica la sensibilidad relativa del activo a los movimientos del mercado. Un valor de beta superior a 1 indica que el activo es más volátil que el mercado, mientras que un valor inferior a 1 indica que el activo es menos volátil que el mercado.

Es importante destacar que esta fórmula utiliza datos históricos de rendimientos y que el coeficiente beta es una medida basada en el pasado que no garantiza el rendimiento futuro del activo. También es importante considerar que existen diferentes metodologías para calcular el coeficiente beta, y pueden existir variaciones en la fórmula utilizada según el enfoque o la fuente de datos utilizados.

Algunos puntos clave sobre el coeficiente Beta son los siguientes:

1.      Medida de riesgo sistemático: El coeficiente Beta mide el riesgo sistemático o riesgo de mercado de un activo. Cuanto mayor sea el coeficiente Beta de un activo, mayor será su riesgo sistemático o riesgo de mercado.

2.      Relación con la volatilidad: El coeficiente Beta está relacionado con la volatilidad de un activo. Un valor alto de Beta indica mayor volatilidad, mientras que un valor bajo de Beta indica menor volatilidad en comparación con el mercado.

3.      Comparación con un índice de referencia: El coeficiente Beta se calcula comparando el rendimiento del activo con el rendimiento de un índice de referencia, como el índice del mercado de valores. Un Beta de 1 indica que el activo se mueve en la misma proporción que el mercado, mientras que un Beta superior a 1 indica que el activo tiene una mayor variabilidad que el mercado. Un Beta inferior a 1 indica que el activo tiene una menor variabilidad que el mercado.

4.      Importancia en la gestión de carteras: Los gestores de carteras utilizan el coeficiente Beta para gestionar el riesgo sistemático de una cartera. Al considerar los coeficientes Beta de los activos individuales, pueden diversificar la composición de la cartera y mezclar activos con diferentes coeficientes Beta para reducir el riesgo. (Lopez, 2020)

El coeficiente beta se calcula midiendo la volatilidad histórica de un activo en relación con la volatilidad histórica de un índice de mercado. Por ejemplo, si el coeficiente beta de una acción es 1.2, significa que la acción ha sido 20% más volátil que el mercado en el pasado. Esto significa que si el mercado sube un 10%, la acción probablemente subirá un 12%.

El coeficiente beta es una herramienta útil para medir el riesgo de un activo. Un activo con un coeficiente beta alto es más volátil y, por lo tanto, más riesgoso que un activo con un coeficiente beta bajo.

El coeficiente beta también se puede utilizar para calcular el rendimiento esperado de un activo. El rendimiento esperado de un activo se calcula multiplicando el coeficiente beta del activo por el rendimiento esperado del mercado, más el rendimiento libre de riesgo.

Por ejemplo, si el coeficiente beta de una acción es 1.2, el rendimiento esperado del mercado es del 10% y el rendimiento libre de riesgo es del 5%, el rendimiento esperado de la acción sería del 17%.

El coeficiente beta es una herramienta útil para los inversores, pero es importante recordar que no es una medida perfecta del riesgo. El coeficiente beta solo mide la volatilidad histórica de un activo, y no puede predecir la volatilidad futura.

Los inversores también deben tener en cuenta otros factores, como el potencial de crecimiento de un activo, su historial de ganancias y su posición financiera, al tomar decisiones de inversión.

c)      Rendimiento del mercado

Navarro (2018) define el Rendimiento del Meracado como: "la variación que experimenta el índice bursátil, en el que elegimos nuestra cartera, durante un determinado período de tiempo”.

Asimismo, indica que el rendimiento de la cartera de mercado depende de:

·         La prima de riesgo, “es la rentabilidad adicional que los inversores requieren, para compensar el riesgo de invertir en activos con riesgo en lugar de hacerlo en activos libre de riesgo. Se utiliza para comparar la rentabilidad de una acción, con la del activo libre de riesgo”.

·         La tasa de interés libre de riesgo (rf), son las Letras del Tesoro, ya que es el activo más seguro que existe, debido a que “no hay riesgo de insolvencia y el vencimiento de corto plazo, significa que sus precios son relativamente estables”.

El rendimiento de mercado, también conocido como retorno de mercado, se refiere a la ganancia o pérdida que los inversores obtienen al participar en el mercado financiero. Es un indicador clave para evaluar la eficiencia y la rentabilidad de las inversiones, proporcionando una base sólida para medir el desempeño de activos individuales o carteras completas en comparación con el mercado en su conjunto.

Dentro de este contexto, es vital explorar las últimas perspectivas y teorías que rodean al rendimiento de mercado. Autores contemporáneos han examinado en profundidad su relación con factores macroeconómicos, tecnológicos y sociales, destacando la importancia de adaptarse a un entorno financiero en constante cambio.

El rendimiento de mercado se puede calcular utilizando una variedad de métodos, pero el método más común es simplemente restar la tasa de rendimiento libre de riesgo del rendimiento del índice de mercado. La tasa de rendimiento libre de riesgo es la tasa de rendimiento que se puede obtener de una inversión libre de riesgo, como un bono del Tesoro de los Estados Unidos.

Por ejemplo, si el rendimiento del S&P 500 es del 10% y la tasa de rendimiento libre de riesgo es del 2%, entonces el rendimiento de mercado es del 8%. Esto significa que una inversión en el S&P 500 ha ganado 8% más que una inversión libre de riesgo en el pasado año.

La fórmula utilizada para calcular el rendimiento del mercado generalmente se basa en el índice de referencia utilizado. Por lo general, se utiliza una fórmula que permite calcular el retorno porcentual del índice durante un período determinado, como un año calendario o un trimestre. A continuación, se muestra la fórmula general para calcular el rendimiento del mercado:

Rendimiento del Mercado = ((Valor del Índice al Final del Período - Valor del Índice al Comienzo del Período) / Valor del Índice al Comienzo del Período)) X 100%

Por ejemplo, si un inversor desea calcular el rendimiento del mercado de Guatemala en un año determinado, primero debe determinar el valor del índice de referencia, como el Índice de Precios y Cotizaciones (IPC). Luego, deben obtener el valor del índice al comienzo del año y al final del año. El rendimiento del mercado se calcula restando el valor del índice al comienzo del año del valor al final del año, dividiendo eso por el valor del índice al comienzo del año y multiplicando el resultado por 100%. Es importante tener en cuenta que la fórmula del rendimiento del mercado puede variar según el índice de referencia utilizado y las consideraciones específicas del análisis o cartera de inversión. (Gottret, 2019)

El CAPM establece una relación fundamental entre el rendimiento esperado de un activo financiero y su riesgo sistemático, medido por el coeficiente beta. Este modelo proporciona una estructura conceptual sólida para evaluar si una inversión está proporcionando un rendimiento adecuado en función del riesgo que conlleva. Desde la perspectiva del CAPM, el rendimiento del mercado juega un papel esencial al ser la base de comparación para determinar si una inversión está generando un retorno adecuado en relación con el riesgo asumido. El rendimiento del mercado en el contexto del CAPM es un elemento fundamental para la toma de decisiones en inversiones.

d)     Prima de riesgo

Para Mariz (2016) La prima de riesgo se define como la diferencia entre la rentabilidad del mercado y la tasa libre de riesgo, es decir, estima la rentabilidad en exceso que un inversor exige obtener por asumir una unidad de riesgo de mercado.  Antes de comparar los resultados obtenidos en los distintos escenarios propuestos, resulta ineludible realizar la siguiente reflexión. El modelo persigue la estimación de la rentabilidad teórica esperada de cierta inversión, por tanto, una rentabilidad futura e incierta, si bien, la forma de llegar a ese objetivo se sustenta en datos históricos que lógicamente no contienen la información de lo que vaya a suceder en el futuro.

Según Andrés Sevilla (2020), la prima de riesgo es una recompensa o una «prima» (de ahí su nombre) que se le concede al inversor por invertir en un activo con riesgo en vez de invertir en uno con menos riesgo (es decir, por arriesgarse más). Se utiliza habitualmente para comparar la rentabilidad o interés de un activo con riesgo con la del activo sin riesgo.

Analizando el comportamiento de un inversionista racional, se señala que el riesgo debe ser compensado de manera proporcional con el rendimiento para que resulte atractiva la inversión. Es así como la esencia de la prima de riesgo resulta ser la compensación asociada al riesgo por las inversiones. Uno de los desafíos que presenta el cálculo de la prima de riesgo de mercado es en los países de mercados emergentes, ya que estos países pocas veces se integran totalmente con mercado de capitales internacionales. Es por esta razón que los inversionistas no pueden descartar el riesgo país, por lo que exigen que el retorno de su inversión debe ser compensado con una prima de riesgo país adicional al retorno de una inversión en países desarrollados. (Abaidoo, 2017)

Para Alpaca y Gómez (2019) existen cuatro tipos de prima de riesgo:

Prima de Riesgo del Mercado Histórica (PRMH): Diferencia entre la rentabilidad histórica de un índice bursátil y la rentabilidad histórica de la renta fija. Es la más usada entre los distintos tipos de prima de riesgo debido que hay muchos autores que validan la hipótesis de que lo ocurrido en el pasado volverá a ocurrir en el futuro.

Prima de Riesgo del Mercado Esperado (PRME): Valor esperado de la rentabilidad futura de la bolsa por encima de la rentabilidad de la renta fija. Es uno de los parámetros más importantes y responde a la pregunta ¿Qué incremento de la rentabilidad espero de una cartera sobre la tasa libre de riesgo durante los próximos años?

Prima de Riesgo del Mercado Exigida (PRMX): Es la rentabilidad incremental que un inversionista exige al mercado bursátil por encima de la rentabilidad de la renta fija sin riesgo (Required equity premium). Con ello, respondemos a la pregunta ¿Qué incremento de la rentabilidad se debe exigir para tener una cartera diversificada sobre la tasa de libre de riesgo? La controversia radica en que no es la misma para todos los inversionistas y no es una cantidad observable.

Prima de Riesgo del Mercado Implícita (PRMI): Es la prima de riesgo del mercado exigida que se corresponde con el precio del mercado.

Por consiguiente, la prima de riesgo de mercado es muy importante para los inversionistas; sin embargo, su medición es complicada. Tenemos la prima de riesgo de mercado histórica, la cual se calcula aplicando una media aritmética, cuyo resultado es superior en comparación a otras estimaciones teóricas. Existen investigaciones empíricas recientes, pero no han podido dar una explicación satisfactoria para solucionar el problema en el cálculo de la prima de riesgo de mercado, ya que los resultados que muestran son excesivamente superiores a lo que se obtenía con los métodos anteriores. La prima de riesgo de mercado esperada se calcula generalmente a través de datos obtenidos de encuestas realizadas a profesores de finanzas distribuidos normalmente, y muestran como dato razonable que la prima de riesgo de mercado histórico es mayor a la prima de riesgo de mercado esperada. Por lo tanto, para establecer los precios de los activos que están sujeto a descuento de flujos de efectivo futuro resultaría que la prima de riesgo de mercado exigida por el inversionista está sobrevalorada.

En el Modelo de Valoración de Activos Financieros (CAPM, por sus siglas en inglés), la prima de riesgo del mercado es la diferencia entre la rentabilidad ofrecida por el mercado y la rentabilidad del activo libre de riesgo. La fórmula es la siguiente:


donde:

Beta representa la medida de riesgo sistemático del activo.

La Prima de Riesgo del Mercado representa la tasa de retorno adicional que los inversores exigen por asumir el riesgo de invertir en el mercado en comparación con una inversión libre de riesgo 1.

Se mide en puntos básicos, que son los puntos porcentuales multiplicados por 100. Por ejemplo, para una deuda cuyo interés es del 3,5% y un interés del activo libre de riesgo del 1%, la prima de riesgo será de 250 puntos básicos, ya que su diferencia es de 2,5 puntos porcentuales.

En general, la mayoría de los expertos consideran dos niveles de prima de riesgo que determinan los diferentes niveles de riesgo de cualquier activo:

Ø  Si la prima de riesgo se sitúa entre 0 y 400, es un resultado normal, aunque evidentemente es mejor encontrarse lo más cercano a 0 puntos básicos.

Ø  Por encima de 400 puntos básicos, la prima de riesgo es demasiado elevada, y, por tanto, el emisor se encuentra en una situación comprometida. En este supuesto, corresponde a los responsables tomar medidas contundentes para garantizar su viabilidad.

Es importante tener en cuenta que el cálculo específico de la Prima de Riesgo del Mercado puede variar según la metodología utilizada y las fuentes de datos consideradas. Se pueden utilizar diferentes enfoques, como promedios históricos o estimaciones basadas en proyecciones. (CFI Team, 2020)

La prima de riesgo ofrece una herramienta poderosa para cuantificar y evaluar este equilibrio. Permite medir y comparar el rendimiento potencial de un activo con su nivel de riesgo, estableciendo una base sólida para la toma de decisiones informadas. Al aplicar el CAPM y considerar la prima de riesgo, se puede determinar si una inversión potencial recompensará adecuadamente por la incertidumbre y los vaivenes del mercado. Sin embargo, es importante recordar que la prima de riesgo no es una medida estática. Evoluciona con el tiempo a medida que cambian las condiciones económicas, los factores de mercado y las percepciones de riesgo.


 

CONCLUSIONES

La correcta comprensión y aplicación del modelo de fijación de precios de activos de capital es esencial para aquellos que desean tomar decisiones financieras informadas y estratégicas. Como herramienta central en la valoración de activos y la toma de decisiones de inversión, el modelo de valoración de activos financieros proporciona una perspectiva analítica rigurosa que puede guiar a inversores, analistas y profesionales por igual en un esfuerzo por maximizar los beneficios y gestionar el riesgo. Para promover una adopción más amplia y efectiva de este modelo, ofrecemos las siguientes recomendaciones:

Es importante desarrollar una sólida comprensión de los principios teóricos que subyacen en el modelo de valoración de activos de capital. Comprender conceptos como tasa libre de riesgo, beta,  rendimiento de mercado y  prima de riesgo de mercado es esencial para aplicar el modelo de manera correcta y consistente.

La calidad de los datos utilizados en el análisis es muy importante. El uso de información precisa y actualizada sobre propiedades valoradas es esencial para obtener resultados confiables. Los errores en los datos pueden conducir a conclusiones incorrectas y malas decisiones.

Cada situación financiera es única y debe abordarse como tal. Si bien el modelo de fijación de precios de activos de capital proporciona un marco estructurado, es importante adaptar sus principios a circunstancias específicas. La consideración de factores contextuales, como la industria y los ciclos comerciales, permitirá evaluaciones más precisas y relevantes.

Realizar pruebas de sensibilidad cuando cambian los parámetros clave, como la tasa de descuento o el crecimiento, es esencial para comprender qué tan confiables son los resultados de un modelo de valoración de activos financieros. Estas pruebas proporcionarán una imagen más completa de cómo las variaciones pueden afectar las conclusiones y ayudarán a evaluar el impacto de la incertidumbre.

Si bien el modelo de valoración de activos de capital es principalmente cuantitativo, no subestime el valor del análisis cualitativo. La consideración de factores cualitativos, como el entorno político y regulatorio, puede enriquecer el proceso de evaluación y brindar una imagen más completa de los riesgos y oportunidades.

Debido a la naturaleza cambiante del mundo financiero, es esencial mantenerse al tanto de las últimas tendencias y desarrollos en la fijación de precios de activos. Participar en programas de educación continua y seguir investigaciones relevantes ayudará a mantener un enfoque informado y actualizado.

Al presentar los resultados del análisis basado en el modelo de valoración de activos de capital, es fundamental utilizar una comunicación clara y transparente. El uso de imágenes y explicaciones consistentes permitirá a la audiencia comprender los hallazgos de manera efectiva.

En resumen, el modelo de fijación de precios de activos financieros proporciona un marco valioso para tomar decisiones financieras informadas. Siguiendo estas recomendaciones, los profesionales podrán aplicar el modelo de valoración de activos de capital de manera más completa y efectiva, contribuyendo a decisiones más sólidas basadas en análisis cuantitativos, como intereses de la comunidad financiera y las partes interesadas. en valoración y gestión de inmuebles.

RECOMENDACIONES

Es importante desarrollar una sólida comprensión de los principios teóricos que subyacen en el modelo de valoración de activos de capital. Comprender conceptos como tasa libre de riesgo, coeficiente beta, rendimiento de mercado y prima de riesgo de mercado es esencial para aplicar el modelo de manera correcta y consistente.

La calidad de los datos utilizados en el análisis es muy importante. El uso de información precisa y actualizada sobre propiedades valoradas es esencial para obtener resultados confiables. Los errores en los datos pueden conducir a conclusiones incorrectas y malas decisiones.

Cada situación financiera es única y debe abordarse como tal. Si bien el modelo de fijación de precios de activos de capital proporciona un marco estructurado, es importante adaptar sus principios a circunstancias específicas. La consideración de factores contextuales, como la industria y los ciclos comerciales, permitirá evaluaciones más precisas y relevantes.

Realizar pruebas de sensibilidad cuando cambian los parámetros clave, como la tasa de descuento o el crecimiento, es esencial para comprender qué tan confiables son los resultados de un modelo de valoración de activos financieros. Estas pruebas proporcionarán una imagen más completa de cómo las variaciones pueden afectar las conclusiones y ayudarán a evaluar el impacto de la incertidumbre.

Si bien el modelo de valoración de activos de capital es principalmente cuantitativo, no subestime el valor del análisis cualitativo. La consideración de factores cualitativos, como el entorno político y regulatorio, puede enriquecer el proceso de evaluación y brindar una imagen más completa de los riesgos y oportunidades.

Debido a la naturaleza cambiante del mundo financiero, es esencial mantenerse al tanto de las últimas tendencias y desarrollos en la fijación de precios de activos. Participar en programas de educación continua y seguir investigaciones relevantes ayudará a mantener un enfoque informado y actualizado.

Al presentar los resultados del análisis basado en el modelo de valoración de activos de capital, es fundamental utilizar una comunicación clara y transparente. El uso de imágenes y explicaciones consistentes permitirá a la audiencia comprender los hallazgos de manera efectiva.

En resumen, el modelo de fijación de precios de activos financieros proporciona un marco valioso para tomar decisiones financieras informadas. Siguiendo estas recomendaciones, los profesionales podrán aplicar el modelo de valoración de activos de capital de manera más completa y efectiva, contribuyendo a decisiones más sólidas basadas en análisis cuantitativos, como intereses de la comunidad financiera y las partes interesadas, en valoración y gestión de activos financieros y todo lo relativo a inversiones, sean estas de bajo o alto riesgo.


REFERENCIAS

 

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